miércoles, 17 de noviembre de 2010

Pavito, Pavito, Pavito

Hola a todos, solo para comentarles que pasaremos estas fiestas navideñas en comapañia de nuestros Hermanos y Padres en la hermosa ciudad de Guadalajara!!!! y se nos esta ocurriendo que les vamos a llevar nuestra cocina y sazón para allá, ofreciendo cenas de navidad para vender, así que pasen la nota cachetona!!! grururgrurg!

sábado, 6 de noviembre de 2010

La fábula del panadero grandote y la torta gigante

Había una vez un panadero, un hombre grande, muy grande, que se mostraba bonachón ante todas las personas de su pueblo. Pero era terco, muy terco, y le gustaba que todos los demas hombres y mujeres del pueblo pensaran como él lo hacía. Si alguien se oponía a sus deseos, entonces le hablaba al resto del pueblo mal de aquel; y así, mediante el descredito, todos pensaban según lo que el decía, ya que nunca jamás se apartaba de su imágen de grandote bueno y eso daba credibilidad.

El tenía una torta, muy rica y muy deseada por todos. Pero no quería compartirla. Había repartido un par de porciones entre sus amigos más cercanos, pero al resto lo quería solamente para sí.

Durante mucho tiempo tuvo el favor de los guardianes de los reyes, que no dejaban que nadie, pero nadie nadie, se acerque a aquella torta. De hecho, uno de esos reyes le había regalado una de las tres llaves del molino para que, cuando el hombre grandote quisiera, puediera agrandar la torta a gusto, contando con toda la harina necesaria para ello.

Muchos le compraban harina para hacer pancitos, ya que si bien había tres llaves del molino, el tenía la única que funcionaba bien. Las otras a veces se trababan, o no abrían directamente, por lo que el rey y el otro guardian de las llaves decidieron que el grandote administre el molino. Entonces, cuando alguno de los panaderitos levantaba la voz, el grandote no les vendía harina, y chau tu tía, se acababa el problema.

Una vez, otro rey le regaló al grandote una gran cantidad de frutillas y cerezas para decorar la torta. El grandote, rapidamente, hizo crecer la torta de tal modo que quedó gigantezca. Era la envidia del pueblo y también de los pueblos vecinos. Pero el grandote, a este punto, ya se había vuelto muy avaro de su torta, de su harina y de las frutas para decorar, por lo que le pidió al rey que le permita hacerse cargo del único recipiente del pueblo con el cual podía hacer fruta abrillantada y dulces. Los panaderitos que se portaban bien, terminaron haciendo pastelitos y otros postrecitos. Pero siempre siempre tenían que comprarle la fruta y los dulces al grandote.

Sin embargo, empezaron a aparecer nuevos panaderitos, que hacían su propia harina de manera artesanal y no querían mas que hacer pan para los hombres de su comunidad. Buscaron y rebuscaron en viejos libros de recetas para dar una variedad importante que ofrecer, y lograron, después de mucho tiempo, amasar veintiun formas distintas: flautitas, plumitas, galletas, libritos y muchas otras formas daban diversidad a su producción.

El gigante no se molestó por esto, ya que la clientela de esos panaderos era poca, o escasa en muchos casos. Muchos de ellos hacían el pan a la vera del pueblo, lejos del centro y lejos del molino. Muchos otros regalaban el pan, sin pretender beneficio alguno con sus ganas de amasar. No eran importantes. Pero nunca dejó de hacer notar su opinión sobre ellos y sobre esos 21 géneros de pan distintos a los que hacia él. De hecho, muchos de estos nuevos panaderitos terminaron copiandole la forma de hacer pan y soñaban, internamente, en ser iguales a ese grandote respetable de pinta bonachona.

Pero de golpe y porrazo, luego de arreglar la cerradura del molino y de emparchar el recipiente para frutas y dulces con ayuda del rey, éste se enojó mucho con el grandote, vaya a saber uno por qué. Palabra va, palabra viene, empezaron a ofenderse mutuamente. El grandote empezó a mirar mal a los panaderitos que eran escuchados por el rey por primera vez. El rey empezó a mirar con hambre y gula la torta gigante del grandote, esa que le daba toda su fama. Algunos panaderitos miraban con recelo al rey -tan amigo antes del grandote, tan enemigo ahora- pero entendieron que era la única oportunidad de hacer pan para más y más gente. Y más que nada, les interesaba que cada persona pudiera comer el pan que quisiera. Otros querían incursionar en la elaboración de postres, algunos grandes creadores de dulces vieron la oportunidad de poder trabajar después de mucho tiempo.

La cosa se puso áspera, muy áspera. El rey no gobernaba solito y solo, sino que lo hacía junto a los "sabios" del pueblo. Y muchos de estos sabios amaban el pan del grandote y admiraban esa enorme torta que habia creado, a tal punto que lo defendieron con uñas y dientes. Fue tan dura la discusión que... ¡Hasta se pelearon con rey!

El grandote, de vez en cuando, desde la puerta de su panadería, vociferaba en contra del rey, de los panaderitos y de todos aquellos sabios que querían que empezara a repartir su torta gigante. "¡Repartir la torta, en que cabeza cabe!" repetía una y otra vez. De pronto, empezó a asustar al pueblo: "Si me quitan la torta, si me sacan la olla para dulces, nadie va a comer pan nunca más, porque yo hice la torta y tengo la receta, lo mismo que el pan... podrán comer otro tipo de pan, pero no el más rico de la comarca... ¡y olvidensé de los postres!". Otras veces decía: "yo tengo las únicas llaves que funcionan del molino... tendrán pan, pero por poco tiempo". Mucha gente se asustó y empezó a defender al grandote. Los panaderitos redoblaron su esfuerzo para que la torta sea repartida para todos. Ya era una guerra sin tregua.

Sin embargo, llegó el día en que la torta fue repartida en el pueblo, para mal del grandote y de sus "sabios" amigos. Cada porción que el pueblo cortó para repartir, provocó una herida de muerte en el panadero gigante. Cuando el último niño del pueblo se comió la última cereza de esa torta, el panadero grandote cayó por completo al piso, arrodillado, vencido. El respeto quedaba atrás, nunca volvería. Solo quedaba esperar la muerte, una muerte que iba a dar nacimiento a miles y miles de nuevos panaderos...